Los colores son el condimento de la vida. Más allá de la belleza que nos entra por los ojos, los tonos que nos rodean, incluso los de la ropa que vestimos, tienen su influencia en nuestro estado de ánimo.

Todas las culturas humanas lo han sabido y lo han utilizado; por ejemplo, muchas estatuas griegas que hoy conocemos en mármol tenían colores en su origen, así como los edificios que el tiempo y las restauraciones han blanqueado.

El efecto de los colores en nuestra psique y en el propio organismo es innegable: los colores nos revitalizan o apagan. «El color es vida, porque un mundo sin color se nos presenta como muerto. Los colores son las ideas primordiales, los hijos de la luz», afirmaba Johannes Itten, el pintor suizo.

Aquí veremos cómo nos influyen los colores en más detalle, pero sobre todo veremos cómo aprovechar sus efectos a nuestro favor creando nuestro propio botiquín de colores. Así podremos recurrir a ello para regular nuestras emociones cuando lo necesitemos.

¿De qué color te sientes?

Sobre el efecto de los colores en nuestro clima emocional, C.G. Jung afirmaba que «el color es la lengua materna del subconsciente», y el pintor Wassily Kandinsky añadía que «es un medio para influir directamente en el alma».

Eva Heller, socióloga alemana, asegura en su ensayo Psicología del color que el efecto de cada color cambia según el contexto, la cercanía de otros colores, así como nuestro estado emocional. Por esto mismo, estudiar los colores nos ayuda a fijar nuestro diccionario emocional e incluso potenciar nuestro propósito. Veamos algunas de las características generales que destaca Heller en su libro:

  • Azul. Transmite simpatía y armonía, pese a ser frío y distante, y se relaciona tradicionalmente con las virtudes espirituales.
  • Rojo. Se identifica con las pasiones, del amor al odio. Nos llena de energía y, al ser ambivalente, los podemos asociar tanto a la alegría como al peligro.
  • Amarillo. También es un color ambiguo. Por un lado, es la alegría y la vida vibrante, pero también se relaciona con la envidia, cuando alguien es muy amargo.
  • Verde. Se asocia con la fertilidad y la esperanza, y representa el color de la vida y de la salud, de la naturaleza y el crecimiento.
  • Negro. Es ausencia de luz y, por lo tanto, se relaciona con la muerte y el duelo. Pero encarna también la elegancia austera.
  • Blanco. Se asocia a la pureza, a la inocencia, y por ello tiñe las prendas de numerosas religiones. En muchos países de Asia es el tono que se viste durante el luto.
  • Naranja. Emana calidez y transformación, y representa el color del budismo.
  • Violeta. Es singular y extravagante, tal vez por eso es el color de la magia.
  • Rosa. Dulce y delicado, aunque algunos lo consideran cursi.
  • Oro. Encarna la riqueza, el lujo y la felicidad. Es por este motivo por el que el adjetivo dorado se asocia al bienestar y la creatividad.
  • Plata. Se asocia de manera secundaria a la prosperidad, y también es el color de la Luna. Su brillo es luz y a la vez reflejo; nos muestra quiénes somos.
  • Marrón. Transmite lo acogedor, el valor de la madurez, del otoño, aunque es un color poco preciado.
  • Gris. Tiene connotaciones de monotonía, de aburrimiento, y tiñe los sentimientos sombríos y los momentos «grises».

elige tu propia paleta emocional

Esta clasificación puede servirnos para entender cómo afecta el color de modo general, según la influencia de cada tradición y cultura. Sin embargo, las emociones que nos despierta cada uno dependerán de cada persona. Hay quien está a gusto en un entorno rojo, porque se siente vigorizado, y minimalistas que necesitan el predominio del blanco.

Ahora que conoces las sensaciones y valores que se asocian a cada tonalidad, te propongo que elabores tu propia lista a partir de tu experiencia. 

Cómo crear tu botiquín de cromoterapia

  1. Investiga con la información de cada color: Elige un primer color y siéntate delante de él. Lo puedes proyectar en tu pantalla del ordenador. Haz tres respiraciones profundas con tu atención fija en él.
  2. Siente qué emociones produce en ti: ¿Cómo definirías la emoción que te provoca? ¿Te relaja o te produce crispación? ¿Sientes alegría o tristeza? Date el tiempo de captar las emociones que produce el color.
  3. Anota lo que te aporta cada color: Prepara tu cuaderno de cromoterapia. Anota en él todos los matices emocionales que te despierta un color antes de sumergirte en el siguiente.
  4. Aplica el poder del color en tu vida: Cuando hayas realizado el test para cada color, ya tienes tu botiquín de cromoterapia. Úsalo para modular tu estado de ánimo, empleando el tono adecuado a tu entorno o a tu vestimenta.