Y además, cuídate con... ¡vitaminas del sol!
La forma activa de la vitamina D (D3) tiene poderosos efectos anticancerígenos y antioxidantes, y sobre los sistemas nervioso, muscular e inmune.
La mayoría de la población presenta concentraciones bajas de vitamina D, derivadas de una exposición solar insuficiente, signo de que pasamos muchas horas en espacios cerrados. Un déficit de vitamina D están ligadas a un mayor riesgo de mortalidad por una veintena de enfermedades, entre las que se encuentran la hipertensión, la diabetes y el cáncer.
En relación al cáncer, tiene una importante acción proapoptótica, ya que incide sobre las células tumorales y favorece su eliminación.