Vivimos en un mundo tecnológico hiperconectado, pero, paradójicamente, cada vez más personas se sienten solas. Esta sensación de soledad incide negativamente en la calidad de la salud mental de las personas que la padecen. 

La soledad no deseada no es el detonante único de este sufrimiento emocional, sin embargo, podríamos decir que funciona como un acelerador que aumenta la profundidad del malestar. Por ejemplo, sentir este tipo de soledad emocional y social multiplica por cinco el riesgo de sufrir depresión.

Las personas que no tienen suficientes relaciones sociales estables corren un mayor riesgo de sufrir accidentes cerebrovasculares, ansiedad, demencia, depresión, suicidio, etc. La OMS cuantifica en un 32% el riesgo de mortalidad en las personas que se sienten solas.

En España sufre soledad no deseada el 13,4 % de la población, a nivel mundial, este porcentaje puede subir a un 15% de los jóvenes y a una de cada cuatro personas mayores. 

Las causas de la soledad

Esta soledad emocional y social afecta más a las mujeres y también a los colectivos vulnerables. 

Las causas de este sentimiento de soledad no deseada son múltiples. Las principales son:

  1. Pérdida de calidad en las relaciones familiares.
    La convivencia intergeneracional cada vez es más reducida. Ancianos, niños y jóvenes se sienten solos. Las obligaciones laborales y escolares han menguado, en gran medida, el tiempo de convivencia en las familias.
    Sentirse solo rodeado de personas es una de las constantes para las personas que sufren soledad no deseada. 
  2. Disminución de las redes comunitarias.
    Vivimos, cada vez más, en entornos más individualizados y solitarios. Las ciudades han dejado de ser espacios pensados para lo colectivo y se han centrado en lo privado. Además, la familia extensa cada vez está más disgregada y esto incide en el sentimiento de soledad de las personas.  A cientos o miles de kilómetros de las familias, resulta muy complicado encontrar personas que te acompañen al médico, conversen contigo o pasen las tardes jugando con los más pequeños. 
  3. Aislamiento digital.
    Cada vez más personas, de todas las edades, pasan sus vidas en entornos digitales, aislándose, de esta manera, de la vida concreta y real. Algunas de estas personas pueden pasar días sin hablar en vivo con otras personas o sin salir de casa. 
  4. Dificultad para relacionarse con los demás.
    A no todas las personas les resulta fácil socializar o abrirse a las demás debido a sus circunstancias vitales y/o traumas personales. 
    A veces, lo veo mucho en terapia, este sentimiento de soledad no deseada se arrastra desde la infancia. Niños que no se sintieron lo suficientemente acompañados, escuchados y cuidados, aún en su edad adulta, siguen sufriendo enormemente por esta soledad emocional y social.
  5. Aislamiento social.
    Vivir solo, la discapacidad, la edad, la salud, la pobreza, ocuparse de personas dependientes, etc. son factores que ponen muchos obstáculos para poder llevar una vida socialmente activa.

cómo recuperar la autoconfianza

Todos los expertos coinciden en que la manera más efectiva de fortalecerse ante la soledad es la de emprender una terapia psicológica que te ayude a sentirte bien contigo mismo.

El objetivo principal que planteamos en terapia es el de liberarse de la necesidad de estar con alguien para sentirse seguro y/o protegido. 

En terapia, las personas trabajan para reforzarse emocional y psicológicamente y, de esta forma, procurarse ellos mismos la sensación de seguridad y protección. Tras su terapia, ya no se sienten mal en soledad, tampoco se sienten emocionalmente solos. 

Una de las cuestiones que descubren en su trabajo terapéutico es que los adultos que no se ocuparon de ellos -y no les cuidaron en el pasado-, en el presente, tampoco van a prestarle atención. Además, también comprenden que no resulta saludable buscar sustitutos actuales (amistades o parejas) para cubrir esta sensación de soledad arrastrada desde la infancia. 

Lo cierto es que quien sí puede atender y cubrir las propias necesidades es uno mismo:  observándose, cuidándose y tomando decisiones propias según la voz interior y no la de los demás. 

Esto no quiere decir que se conviertan en personas aisladas que rechacen el contacto social, pero sí que sabrán poner límites para no permitir el abuso de otros por miedo a la soledad. 

Además, en terapia, también trabajamos otros aspectos importantes para que las personas dejen de sentir esta soledad emocional.

Aprender habilidades sociales

Todos, en determinados momentos, necesitamos relacionarnos con otras personas, bien sea en el trabajo, en la calle o en cualquier otra interacción social. 

Para sentirse más cómodos en situaciones de interacción social, siempre resulta útil tener unas nociones básicas de habilidades sociales.

En terapia, también trabajamos con las habilidades sociales de las personas. Analizamos las carencias que puedan tener, sus puntos fuertes y la forma de establecer relaciones sociales saludables. De esta forma, la persona sabrá desenvolverse en diferentes contextos sociales y no se encontrará inmersa en coyunturas que la dejen paralizada. 

Fomentar las aficiones

Muchas veces, las personas llegan bloqueadas a terapia por los muchos años que llevan arrastrando sus problemas psicológicos y emocionales. No saben qué camino seguir, como liberarse de su angustia o como buscar oportunidades para conocer a otras personas. 

En terapia, en el camino de autoconocimiento que emprenden, aprenden a reconectar con sus gustos y aficiones reales, aquellas que tuvieron en tu pasado, pero que, por las difíciles circunstancias de sus vida, abandonaron.  

Asociaciones, clases, sociedades, viajes temáticos, muchos son los lugares en pueblos y ciudades en los que poder practicar las aficiones y socializar con personas con las que se  comparten hobbys.