Castaña

Por sus propiedades y beneficios, merece la pena disfrutar de la castaña durante toda su temporada. Sus hidratos de carbono complejos la hacen muy saciante y alimentan la microbiota.

La castaña representa por sí mima el otoño, pues su temporada arranca con esta estación y se acaba entrado el invierno. La forma más popular de comerla es dejándose guiar por el inconfundible aroma que desprenden los puestos de castañas asadas, que dan ambiente a las ciudades hasta bien entrado febrero.

Pero tanto si las recogemos en el bosque como si las compramos en nuestra localidad podemos también asarlas en casa o disfrutarlas de muchas otras maneras en deliciosas recetas con castañas. Vale la pena no relegar las castañas a un capricho ocasional, porque no solo nos regalan un sabor a fruto seco muy característico que gusta a niños y mayores, sino que tienen propiedades y beneficios que bien podemos aprovechar durante toda la temporada. 

Propiedades de las castañas

COMPOSICIÓN NUTRICIONAL Y CALORÍAS
Nutrientes  Castaña cruda Castaña asada 
Energía      196 Kcal      245 Kcal
Proteínas      1,6 g      3,2 g
Grasas      1,3 g      2,2 g
Hidratos de carbono      44,2 g      53 g
Calcio      19 mg      29 mg
Hierro      0,9 mg      0,9 mg
Magnesio      30 mg      33 mg
Potasio      484 mg      592 mg
Cobre      0,4 mg      0,5 mg
Manganeso      0,3 mg      1,2 mg
Vitamina C      40,2 mg      26 mg
Vitamina B1      0,1 mg      0,2 mg
Ácido fólico      58 mcg      70 mcg

Jenofonte llamó al castaño el "árbol del pan", convencido de que era un alimento básico de nuestra dieta. Hoy sabemos, además, que ese nombre está más que justificado, pues aunque la castaña se considera un fruto seco, por su composición nutricional está más cerca de los cereales

Además de resultar muy reconfortantes, las castañas constituyen un saludable ingrediente y tentempié gracias a sus hidratos de carbono complejos y a su riqueza nutritiva. 

Junto a los carbohidratos complejos, su principal nutriente, las castañas aportan una pequeña cantidad de proteínas y muy pocas grasas, lo que la hace tan solo moderadamente calórica: una ración de 100 gramos de castañas aporta 196 calorías (una vez asadas, al perderse parte del agua, el aporte calórico aumenta ligeramente a 245 calorías). Por otro lado, destaca como fuente de potasio y manganeso, además de como vitamina C, ácido fólico y otras vitaminas del grupo B. 

Esta composición nutricional otorga a las castañas propiedades energéticas, saciantes, prebióticas y antioxidantes.

 

Beneficios de las castañas

Por su composición y propiedades se atribuyen a las castañas interesantes beneficios para la salud.

Aporta energía de calidad

Los abundantes hidratos de carbono de la castaña son en su mayor parte almidones. Esto hace que las castañas posean un índice glucémico medio bajo (entre 26 y 65, según las tablas que se consulten).

En otras palabras, aumentan el nivel de glucosa sanguíneo de forma lenta y sostenida, lo que resulta útil cuando se requiere un aporte de energía continuado, como suele ser habitual en niños y deportistas.

Las personas diabéticas pueden consumirlas moderadamente, pues además contienen un aminoácido, la arginina, que contribuye a que la insulina trabaje de manera más efectiva y mejora la circulación sanguínea.

Sacia y regula la microbiota

El hecho de que la castaña aporte energía de forma lenta y sostenida también la hace interesante en dietas de control de peso, pues eso le hace tener un efecto saciante más duradero y ayuda a evitar el picoteo entre horas.

Además contiene inulina, una fibra de efecto prebiótico, es decir, que sirve de alimento a las bacterias beneficiosas de la microbiota intestinal.

Es rica en antioxidantes

La castaña es rica en vitamina C antioxidante. Aunque la pérdida de esta vitamina al cocer o asar las castañas está entre el 30 y el 40%, una ración de 100 g aún aporta en torno al 25% de las necesidades diarias.

Además la acompañan pequeñas dosis de vitamina A, E, y compuestos fenólicos como el ácido gálico, el vaníllico, las procianidinas o las catequinas, también antioxidantes.

En cuanto a los minerales, destaca su aporte de manganeso –del que constituyen una fuente tan importante como el trigo o los cacahuetes–, así como de cobre y potasio.

 

Cómo evitar los gases de las castañas

Es cierto que las castañas tienen fama de producir gases y resultar algo indigestas a algunas personas. En cualquier caso, no deben comerse muy verdes o frescas, recién caídas del árbol, ya que en ese momento son más ricas en taninos.

Es mejor dejarlas unos días, pues conforme pasa el tiempo su contenido va disminuyendo y el almidón se transforma en azúcares simples, más digestibles.

Las castañas deben masticarse bien para que la saliva empiece la digestión en la boca, pero comerlas cocinadas en vez de crudas también ayuda y, desde luego, la forma de cocinarlas influye.

Para que no resulten pesadas, conviene cocerlas con anises, semillas de hinojo, cúrcuma o jengibre fresco, y no beber con ellas demasiada agua.

 

Las castañas en la cocina (y en el calendario)

La castaña se suele considerar originaria de Asia Menor y a los romanos como sus promotores por el Mediterráneo y Europa central. Quizá fuera porque entre los legionarios eran muy populares los bullotes, unas gachas preparadas con sus frutos.

En la Edad Media fue un alimento importante para los más humildes, que lo utilizaban incluso en forma de harina para hacer pan cuando no disponían de trigo.

Al llegar la patata, el maíz, las alubias y otras plantas de América, la castaña quedó relegada a cultivo complementario. Ahora se ha renovado el interés por este fruto y se extienden los cultivos de castaños, árboles majestuosos donde los haya.

Existen tres grandes especies de castaños: europeos, chinos y americanos. En nuestro país crecen más de 100 subespecies comestibles de Castanea sativa europea.

Debido a que la demanda sobrepasa la oferta, afectada muchos años por las pobres cosechas, el precio de las castañas sube de año en año. Quizá por ello es cada vez más frecuente encontrarlas procedentes de Turquía y más recientemente de China, que es otra variedad de peor gusto, más amaderado.

Es importante no confundirse con la castaña de Indias (Aesculus hippocastanum), tóxica por su contenido en aesculina, pero con diversos usos medicinales. Esta debería usarse como mucho para jugar, como hacen los niños en Reino Unido cuando practican el conkers.

En la península Ibérica las mayores concentraciones de castaños se hallan en el noroeste, Extremadura y Andalucía. La principal zona de cultivo es Galicia, donde una IXP (indicación xeográfica protegida) avala su calidad. El Bierzo ofrece una Marca de Garantía.

Muchas formas de comer castañas

La castaña ha pasado de ser comida de gente humilde a las recetas de los grandes chefs. Lo más habitual es comer las castañas asadas, aunque también se pueden cocer e incluir en numerosas recetas.

A la hora de comprarlas se pueden encontrar castañas frescas, cocidas al natural y peladas en lata, al vacío y, aunque es menos común, también congeladas. Incluso se puede encontrar harina de castañas, una harina sin gluten muy nutritiva. 

A ello hay que sumar los productos elaborados con ellas, como mermelada de castañas, puré, relleno de aves y, cómo no, los marrón glacé: unas castañas confitadas en almíbar y clara de huevo.

También sobreviven, aunque cada vez son más raras de encontrar, las castañas secas, llamadas castañas pilongas, mayucas o cascajos, que deben ponerse en remojo antes de utilizarlas. Eran la forma tradicional de conservarlas todo el invierno.

 

Castañas asadas: trucos y consejos

Castañas asadas: trucos y consejos

Castañas asadas: trucos y consejos

La forma típica de comer castañas es asadas en las brasas o el horno. Sin embargo, conviene conocer algunos trucos para evitar que revienten, conseguir que una vez asadas se pelen bien y que estén en su punto.

Lo primero que hay que hacer, antes de meterlas en el horno, es una incisión en la cara convexa.

Luego se asan de 20 a 40 minutos en el horno precalentado a 180 ºC, dependiendo de lo secas que estén y lo grandes que sean.

Si se hacen a la brasa o en una sartén, deben moverse a menudo para que no se quemen. Quedan muy jugosas si las dejas en remojo un cuarto de hora antes.

A la hora de ponerlas en remojo puede ponerse sal o, como hacen en Italia, un poco de licor, vino dulce o seco. También puede emplearse caldo o cualquier otro líquido. En Sanabria las asan con miel y en Galicia se les suele añadir un poco de sal gorda.

También se puede probar con un curioso método japonés que da muy buenos resultados: en una sartén grande agujereada, se colocan pequeñas piedras o cantos rodados y se calientan. Se meten entonces las castañas y se van removiendo.

Se consigue así una cocción más rápida y uniforme. En ocasiones, los japoneses añaden condimentos como miel, sal o wasabi en polvo. Al final las tapan con un paño y las dejan reposar antes de servirlas.

 

Cómo hacer castañas cocidas

El mismo tiempo y procedimiento sirve para cocer las castañas. Lo bueno de las castañas cocidas es que se pueden pelar bien y usarse en guarnición o puré, para saltear o rehogar con pasta, verdura o manzanas, e incluso para freír.

Si solamente se quieren pelar, basta con escaldarlas 2 o 3 minutos.

Quedan muy bien con alimentos como las setas, la cebolla pochada, el ajo y los puerros, el hinojo fresco, la calabaza y el calabacín, el brécol, el cardo, la col lombarda, la china, los rábanos salteados o la judía verde.

En pequeña proporción, las castañas cocidas también pueden mezclarse con pasta, arroz, cuscús, quinoa o legumbres.

Para condimentarlas puedes recurrir a la salvia fresca, romero, orégano, jengibre, comino, cilantro o pimentón.

Tradicionalmente hay numerosos ejemplos de pucheros como el potaje de castañas de las Alpujarras o el pote de mayucas o pilongas y el de berzas y castañas que hacen en Asturias. O la sopa de castañas, que también es típica en el norte de Italia.

En nuestro país son más abundantes las recetas dulces: flan de castañas, castaña confitada, reinetas del Bierzo rellenas de castañas, mazapán de castañas de Huelva...

Y la oferta se amplía aún más si se usa la harina de castañas, una harina hecha simplemente triturando las castañas, y que se puede utilizar sola o mezclada con otras harinas: en crepes, cremas dulces, tartas, rosquillas, buñuelos, bizcochos, madalenas, galletas, masa quebrada, panes dulces… Al no ser un cereal, tiene la ventaja de que no contiene gluten.

 

Cómo saber si están frescas

Deben estar sanas, con la piel tersa y sin manchas, firmes al tacto. Las muy duras suelen estar demasiado frescas, y las huecas y blandas, algo viejas. Conviene conservarlas en un lugar seco y ventilado, sin bolsa de plástico.

 

Magosto, Castanyada y otras fiestas con castañas

Se cree que, de las reuniones nocturnas de los celtas en el bosque y en torno al fuego viene el nombre de magosto (magnus ustus, "el gran fuego") que se da a la cena tradicional a base de castañas.

Se celebra entre el 1 y el 11 de noviembre en Galicia, Castilla León y en otras zonas donde la castaña es tradicional.

En Asturias lo llaman Amagüestu, Magosta en Cantabria y Magusto en Portugal, pero en todos esos lugares consiste en una reunión familiar en la que se comen castañas acompañadas de vino nuevo o de licores como el moscatel o el anís.

Los católicos, como en tantas otras ocasiones, recogieron la tradición y le dieron su propio barniz, creando la festividad de Todos los Santos. De ahí que en esa misma fecha se celebren, además de los magostos, la gaztainerre en el País Vasco, la castanyada en Cataluña y Aragón o el tostón en Andalucía.

En Extremadura tienen un nombre propio para la fruta, calbocha, que da lugar a la calbochá o carbochá, y celebran igualmente otra costumbre, la chiquitía.

La gente joven se va a recoger castañas al monte o va de casa en casa pidiendo su chiquitía y, una vez reunido su botín de dulces y frutos, se los comen reunidos al calor de la hoguera.

Y quien dice "chiquitía" dice "truco o trato"…

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